viernes, 24 de febrero de 2012

JOSE ANTONIO RAMOS SUCRE


SANTORAL

El monje vive en la caverna, originada de pretéritos asaltos del mar. El agua vehemente consiguió practicar un portillo en la roca.

La costa retorcida, alba de tantas olas, es la orla del manto de la noche cerrada.

La aspiración de las criaturas al infinito se torna angustiosa bajo el peso de la sombra. Adivinan y sienten el cerco de un cautiverio.

Seres informes se deslizan por el aire fluido. Son agentes del mal, anteriores al nacimiento de la tierra, más poderosos en el cambio de estación.

El monje está rodeado por las tentaciones del miedo. Acude al oficio de la media noche, aprendido de una hermandad sigilosa.

El socorro del cielo fuga las potencias enemigas de la luz. Se manifiesta en el trueno hondo y espacioso, en el relámpago entrecortado.

La faz del monje conserva para siempre el estupor de la noche del prodigio.



FRIEDRICH: The monk by the sea.

jueves, 16 de febrero de 2012

NURI BILGE CEYLAN








"Acompañando a ese terror vi en la luz que el libro proyectaba en mi cara habitaciones decadentes, vi autobuses enloquecidos, gente cansada, letras pálidas, ciudades perdidas y vidas y fantasmas. Había un viaje, siempre, todo era un viaje. Y vi una mirada que me seguía continuamente en ese viaje, que parecía surgir ante mí en los lugares más inesperados y que luego desaparecía, y que conseguía que se la buscara precisamente por haber desaparecido; una mirada dulce limpia de culpa y pecado mucho tiempo atrás... Quise poder ser esa mirada. Quise estar en el mundo que veía esa mirada. Lo deseé de tal manera que me dio la impresión de que creía vivir en ese mundo. No, ni siquiera había necesidad de creerlo; yo vivía allí, el libro, por supuesto, debía tratar de mí. Y eso era así porque alguien antes que yo había pensado y puesto por escrito mis pensamientos."

ORHAN PAMUK: La vida nueva.


MERCAN DEDE: Neyname.

miércoles, 8 de febrero de 2012

GUSTAVE MOREAU


"Se erguía un trono semejante al altar mayor de una catedral, bajo innumerables bóvedas sostenidas por columnas rechonchas y por pilastras románicas, esmaltadas de ladrillos policromos, guarnecidas de mosaicos, incrustadas de lapislázuli y de sardónices, en un palacio comparable a una basílica y a la vez musulmana y bizantina.

En el centro del tabernáculo que había encima del altar precedido de gradas en forma de semicírculos entrantes, estaba sentado el tetrarca Herodes, tocado con una tiara, las piernas juntas, las manos sobre las rodillas.

El semblante era amarillo, apergaminado, surcado de arrugas, diezmado por la edad. Su larga barba flotaba como una nube blanca sobre las estrellas de pedrería que constelaban el ropón de orfebrería ceñido a su pecho.

Alrededor de esta estatua, inmóvil, fija en una postura hierática de dios hindú, ardían perfumes, despidiendo nubes de vapores que agujereaban, como ojos fosforescentes de animales, los fulgores de las piedras engastadas en las paredes del trono. Luego el vapor subía y extendíase bajo las arcadas, en donde el humo azul se mezclaba al polvo de oro de los grandes rayos de luz caídos de las cúpulas.

Entre el olor perverse de los perfumes, en medio de la atmósfera sobrecargada de este templo, Salomé, con el brazo izquierdo extendido en un gesto de mando, con el brazo derecho plegado y sosteniendo a la altura del rostro un gran loto, avanza lentamente sobre las puntas de los pies, a los acordes de una guitarra cuyas cuerdas pulsa una mujer en cuclillas.

Con la faz recogida, solemne, casi augusta, comienza la lúbrica danza que ha de despertar los sentidos amodorrados del viejo Herodes. Ondulan los senos de Salomé, y al roce de sus collares que se arremolinan, yérguense los pezones. Sobre el sudor de su piel titilan los diamantes sujetos a ella. Sus brazaletes, sus cinturones, sus sortijas, espupen chispazos. En su traje triunfal, ribeteado de perlas, rameado de plata, laminado de oro, la coraza de orfebrerías, cada malla de la cual es una piedra, entra en combustión, crece con serpenteos de fuego, bulle sobre la carne mate, sobre la piel rosa té, al igual que insectos espléndidos con élitros deslumbradores, jaspeados de carmín, moteador de amarillo aurora, esmaltados de azul acero, listados de verde pavo real.

Reconcentrada, con los ojos fijos, semejante a una sonámbula, no ve ella al tetrarca, que se estremece, ni a su madre, la feroz Herodías, que la vigila, ni al hermafrodita o eunuco que se mantiene al pie del tronco empuñando el sable, una terrible figura velada hasta las mejillas, y cuya teta de castrado cuelga, lo mismo que un calabacino, bajo su túnica veteada por franjas de color naranja."

JORIS-KARL HUYSMANS: Al revés.

sábado, 4 de febrero de 2012

BRUCE SPRINGSTEEN


Spanish Johnny drove in from the underworld last night
With bruised arms and broken rhythm and a beat-up old Buick but dressed just like dynamite
He tried sellin' his heart to the hard girls over on Easy Street
But they said, 'Johnny, it falls apart so easily, and you know hearts these days are cheap'
And the pimps swung their axes and said, 'Johnny, you're a cheater'
And the pimps swung their axes and said, 'Johnny, you're a liar'
And from out of the shadows came a young girl's voice, said, 'Johnny, don't cry'
Puerto Rican Jane, oh, won't you tell me, what's your name?
I want to drive you down to the other side of town
Where paradise ain't so crowded and there'll be action goin' down on Shanty Lane tonight
All the golden-heeled fairies in a real bitch-fight
Pull .38's and kiss their girls goodnight

Goodnight, it's alright, Jane
Now let them black boys in to light the soul flame
We may find it out on the street tonight, baby
Or we may walk until the daylight, maybe

Well, like a cool Romeo he made his moves, oh, she looked so fine
Like a late Juliet, she knew she'd never be true but then, she really didn't mind
Upstairs a band was playin' and the singer was singin' something about going home
She whispered, 'Spanish Johnny, you can leave me tonight, but just don't leave me alone'
And Johnny cried, 'Puerto Rican Jane, word is down, the cops have found the vein'
Them barefoot boys left their homes for the woods
Them little barefoot street boys, they said their homes ain't no good
They left the corners, threw away their switchblade knives and kissed each other goodbye

Johnny was sittin' on the fire escape, watchin' the kids playin' down the street
He called down, 'Hey little heroes, summer's long, but I guess it ain't very sweet around here anymore'
Janey sleeps in sheets damp with sweat
Johnny sits up alone and watches her dream on, dream on
And the sister prays for lost souls, then breaks down in the chapel after everyone's gone

Jane moves over to share her pillow but opens her eyes to see Johnny up and putting his clothes on
She says, 'Those romantic young boys, all they ever want to do is fight
Those romantic young boys, they're callin' through the window
Hey, Spanish Johnny, you want to make a little easy money tonight?'

And Johnny whispered, 'Goodnight, it's all tight, Jane
I'll meet you tomorrow night on Lover's Lane
We may find it out on the street tonight, now, baby
Or we may walk until the daylight, maybe'
Goodnight, it's alright, Jane
I'm gonna meet you tomorrow night on Lover's Lane
We can find it out on the street tonight, now, baby
Or we may walk until the daylight, maybe